sábado, 23 de mayo de 2020

Epidemia en Äfrica

“La epidemia en África va más lenta y tiene una explicación: nos preparamos”

Asesor científico del Gobierno de Senegal y director allí del Instituto Pasteur ha formado a los laboratorios africanos para que puedan hacer tests y afirma que solo la prevención evitará el colapso de los sistemas sanitarios del continente

Coronavirus Africa
El doctor Ousmane Faye en Dakar, Senegal. SYLVAIN CHERKHAOUI
El doctor Ousmane Faye es uno de los científicos de referencia del continente africano. Como responsable de Virología del Instituto Pasteur de Dakar (Senegal) ha estado en el frente de batalla contra enfermedades que en África han dejado enormes secuelas, como la fiebre amarilla, la polio o el ébola. Ahora le toca lidiar con una nueva amenaza, la covid-19, que se extiende lentamente por el continente. Él ha sido uno de los responsables de formar a los laboratorios africanos para que puedan hacer los tests. “Hemos hecho un gran esfuerzo y ahora mismo lo estamos gestionando, pero si los casos se disparan nuestros problemas serán enormes”, advierte.
Pregunta: Como asesor del Gobierno de Senegal en la lucha contra el nuevo coronavirus, ¿qué opina de la evolución de la pandemia en este país, con algo más de 300 casos y solo dos muertos tras un mes y medio desde el primer positivo?
Respuesta: El Ministerio de Sanidad y todos sus socios han hecho grandes esfuerzos a todos los niveles, pero sobre todo en la detección precoz y la sensibilización. Si lo comparamos con Europa, la epidemia aquí va más lenta y eso tiene una explicación: nos preparamos antes de su llegada. Por ahora, llegamos a contenerla. Ahora bien, no podemos olvidar que si superamos un determinado número de casos activos va a ser muy complicado. Ahora mismo es gestionable, pero el sistema se puede desbordar.
PUBLICIDAD
 
Powered by WeMass
Contamos con el conocimiento, herramientas y equipamiento pero existe un riesgo de desabastecimiento porque el mercado está sujeto a enormes tensiones
Con matices para cada país, el continente muestra un comportamiento similar con muchos menos casos que el resto del mundo. Además de la rápida reacción, se habla de otros factores como el calor, la inmunidad o la pirámide poblacional, ¿qué opina?
Este es un virus nuevo y creo que no es buena idea aventurarse a hacer hipótesis sobre factores que no están bien investigados aún. Se dicen muchas cosas. En mi opinión, las temperaturas no son ahora mismo un elemento relevante. Respecto a la edad, hay que tener en cuenta los otros factores que convierten un caso en grave y no solo los años. El peligro es relajarse sobre la base de parámetros que no controlamos. Repito que hay que prepararse a fondo, que lo que debe ocuparnos son las medidas de prevención.
El Instituto Pasteur trabaja contrarreloj para producir tests rápidos y accesibles a partir del mes de junio y la Unión Africana prevé distribuir un millón a partir de la semana que viene. ¿Considera que la falta de pruebas puede ser una explicación de que el continente tenga las cifras más bajas del mundo?
Antes de que llegara el virus a África había solo dos laboratorios en todo el continente con capacidad para hacer los tests, pero hoy existen en casi todos los países tras intensas sesiones de formación en las que participé. Contamos con el conocimiento, herramientas y equipamiento. Dicho esto, existe un riesgo real de desabastecimiento en reactivos y consumibles porque el mercado está sujeto a enormes tensiones. En Senegal, y esto también ocurre en otros países, se sigue la estrategia de hacer tests a personas con síntomas y contactos de alto riesgo. En el momento actual de la pandemia es lo correcto y además nos permite mantener una importante capacidad diagnóstica.
Muchos países africanos, Senegal entre ellos, han optado por confinamientos parciales como toques de queda o bloqueo de ciudades, más adaptados a la realidad socioeconómica de poblaciones que viven muy al día, ¿es lo correcto desde el punto de vista científico?
El confinamiento es solo una de muchas medidas. Existen por ejemplo las barreras de protección como las mascarillas o la prohibición de realizar desplazamientos. Creo que hoy por hoy las medidas adoptadas en Senegal, si se aplican correctamente, son suficientes. Ahora bien, si aumentan mucho los casos habrá que intensificar también esas medidas.
Entiendo que tras su respuesta está el temor al colapso del sistema sanitario por la falta de medios, como camas de cuidados intensivos o respiradores.
Ahora mismo la situación en nuestros hospitales es óptima. Pero, si las grandes potencias económicas mundiales están teniendo problemas, no cabe duda de que nosotros también los tendremos si se produce un incremento de casos graves. Por eso pongo el acento en la prevención, ese es el camino que impedirá que lleguemos a tener complicaciones. Hay que informar a la población, recordarles que el virus está ahí y que estamos peleando contra este enemigo.

lunes, 12 de enero de 2015

Los ‘niños-canguro’ de Dakar





La niña Mbéne, senegalesa, nació prematura y salió adelante gracias al método canguro. Es inteligente y cariñosa, aunque tiene ciertas dificultades con el habla



Aïssatou Ndiaye, con su hija Mbéne, que nació prematura y salió adelante gracias al método canguro, por el que los niños permanecen pecho con pecho con sus madres cuando son bebés. / ISABEL MUÑOZ
Recomendar en Facebook84
Twittear21
Enviar a LinkedIn4


Enviar a TuentiEnviar a EskupEnviarImprimirGuardar


En el aeropuerto disparan con una pistola a la frente de todo el que llega. En las paredes se leen avisos tajantes para no tocarse. Un gran cartel advierte del peligro de comer murciélagos. Regresamos a Dakar el pasado septiembre, en plena paranoia del ébola. Han transcurrido cinco años de aquella primera vez, en la que acudimos, ilusionados, a comprobar la eficacia del método canguro –contacto permanente del cuerpo del bebé con el del padre o la madre, pecho con pecho–, importado desde Colombia para sacar adelante a niños prematuros en lugares donde aún es un esfuerzo que no está a su alcance –o en las prioridades de sus gobernantes– disponer de suficientes incubadoras en los hospitales. Según el Estado mundial de la infancia 2014 de Unicef, en este país de 13,7 millones de habitantes, casi un 20% de los niños nacen con poco peso.

Volvemos para quedar con Aïssatou Ndiaye y su hijita Mbéne. Cuando la vimos en 2009, con 34 días, pesaba solo 1,350 kilos. En el avión, junto a Isabel Muñoz y su ayudante, David, y Diana, que viaja con nosotros representando a Unicef, la pregunta es: ¿qué habrá sido de aquella mujer tan guapa de luminosa sonrisa y aquella niñita tan diminuta? ¿Qué habrá sido de su familia y su paupérrima casa?

Han cambiado muchas cosas en estos cinco años. Dakar ha ganado importantes infraestructuras, pero sigue habiendo muchísima gente en el abismo de lo mínimo para vivir. Y el ébola está trastocando la confianza en la manera de viajar en ese país tan alegre y colorista, desde que bajamos del avión y nos asaltan esas pistolas-termómetro que lanzan rayos láser a la frente para comprobar si algún viajero llega con fiebre, y después por toda la ciudad nos persiguen carteles pidiendo que la gente no se toque ni coma carne de mono o de murciélago como principales medidas para evitar la propagación de la epidemia, aunque en Senegal en esas fechas solo había un caso, e importado.


Aïssatou Ndiaye y su hija Mbéne, hace cinco años. / ISABEL MUÑOZ

Llegamos a casa de Aïssatou en el suburbio de Guediawaye –calles de barro, casas todas a medio hacer o medio caer, nunca se sabe bien– justo en el momento en que el cielo descarga un gran aguacero. Y Aïssatou y su marido nos besan, nos dan la mano, nos abrazan, felices del reencuentro cinco años después. Reciben en casa de la vecina, en un gran salón con un enorme televisor; nos sentamos en el suelo, sobre colchonetas. Y ella, de 29 años, y su marido, Cheikh Tidiana Niang, de 40, albañil, cuentan: que Mbéne salió adelante gracias al método canguro, que está bien y es inteligente y cariñosa, aunque tiene ciertas dificultades con el habla; que después tuvieron otro niño, un bebé que cuenta ahora un año; que son una familia feliz con cuatro hijos, más otro niño de ocho años de un familiar que quedó huérfano y al que han acogido, más la abuela, la madre del marido; y que como su casa es pequeña, han llegado a una especie de pacto de convivencia, muy a la africana, con la vecina, que es una señora mayor que vive con su hijo de 50 años, que los niños les dan alegría y ella les aporta la comodidad de un salón más amplio. Los conceptos africanos de familia, edad, relaciones, tiempo, felicidad, vecindario son menos formales, menos formateados.

Le preguntamos a Aïssatou cómo les ha ido en estos cinco años a ella y a su hija. Nos explica en wólof: “Lo peor, la crisis asmática que sufrió de pequeña y los problemas para hablar, pero su padre le hace canciones con las palabras y eso le ayuda a mejorar. Eso ha sido lo mejor, ver a Mbéne recuperarse”. ¿Y vuestros planes, vuestras ilusiones para los próximos cinco años? “Aunque mi marido trabaja mucho, su empleo no es estable; me gustaría encontrar algo para mí, para contribuir a la familia; no he ido a la escuela, pero podría trabajar bien en algún comercio”.

Además de Aïssatou, volvemos a visitar al doctor Ousmane Ndiaye, jefe del servicio de pediatría del centro Abass Ndao, que decidió aplicar hace 16 años el método canguro en Dakar. Nos decía en 2009: “Los progenitores les dan calor, energía, afecto, y está comprobado que los niños crecen más sanos y psicológicamente más equilibrados… Y sin gasto alguno”. “En el proyecto piloto que realizamos tras mi regreso de Colombia, de los 112 niños a los que aplicamos este sistema entre 1998 y 2005, solo uno murió”. Cinco años después, ¿cómo van los datos? Asegura el profesor, que la pasada primavera fue nombrado presidente del Grupo de Trabajo para la Salud Materno-Infantil de la OMS en África, que el 90% de los bebés sobreviven, y son varios cientos los que cada año siguen este método en su hospital, pues lo recomiendan a todos los que llegan a este mundo con menos de 2,5 kilos. Ante los buenos resultados, Ousmane Ndiaye ha asesorado para la extensión del método a países como Ruanda, Níger y Togo. Da otro dato muy esperanzador, con el que nos quedamos para este retorno a Dakar: en el último lustro, la mortalidad infantil ha descendido de los 35 a los 29 por cada mil nacimientos.



Información obtenida de AQUÍ

jueves, 26 de junio de 2014

El Dorado llama desde Senegal


   




El documental 'Akiyaya' busca borrar la mirada paternalista de Europa hacia África



Fotograma del documental 'Akiyaya'. Pincha sobre él para ver el trailer / CAD PRODUCTIONS
Recomendar en Facebook


Cada año, miles de africanos emprenden una peligrosa travesía con un destino grabado a fuego en sus mentes: Europa. Surcan el mar en precarias embarcaciones, escalan vallas cuajadas de cuchillas o se encogen en asfixiantes recovecos de los vehículos que cruzan la frontera entre Marruecos y España en busca de una vida mejor. Algunos pierden la vida por el camino, y quienes consiguen alcanzar su particular Dorado se topan con una realidad inesperada: que no es la tierra de oportunidades que esperaban encontrar.

Acabar con los estereotipos y promover un cambio de mentalidad en Europa y África es la misión de Akiyaya, historias africanas de emprendedores y soñadores, un documental de  Productions, productora especializada en documentales sobre desarrollo humano y sostenible. La cinta demuestra que un africano no tiene que exiliarse para triunfar en la vida y que un europeo no debería ser paternalista por sus vecinos del sur. La película, de 55 minutos, recoge las historias de seis jóvenes que persiguen sus objetivos desde Senegal, su país. "Los africanos son una gente creativa, empoderada y que trabaja de una manera muy innovadora", asegura el director, Fernando Casado. "Nos fijamos mucho en varios senegaleses que tuvieron la oportunidad de venir a Europa pero prefirieron no hacerlo porque tenían más oportunidades en su país".

Mediante una serie de entrevistas realizadas en Barcelona y en varias ciudades de Senegal, Casado y su equipo demuestran que no importa el lugar donde uno vive, sino tener un sueño y creer en él. "Este trabajo debe servir de inspiración para que los africanos vean que en su país es posible tener éxito", indica Paula García Serna, asesora de contenidos del documental. Un ejemplo de libro es el de Cherif Basse, que vendía jabones en la calle y hoy dirige una empresa de productos de limpieza con 300 trabajadores. "Si yo puedo hacerlo, tú puedes hacerlo", afirma ante la cámara. Basse bromea con lo que un africano necesita para trabajar con él: Un PHD (siglas en inglés para referirse a un título de Doctorado) que no es lo que parece. "Se refería a P de pobre, H de hambre y D de determinado", describe Casado.



Los africanos son una gente creativa, empoderada y que trabaja de una manera muy innovadora

Fernando Casado, director

"Los occidentales han trabajado su tierra y han tenido éxito. Nosotros debemos tener el coraje de no esperar nada de nuestros Estados, tenemos que crear", proclama Cheikha Sigil, artista y diseñador de moda autodidacta. Su filosofía es la misma que la del rapero Didier Awadi o la de Barkinado Bocoum, artista que rechazó una beca de dos años en París porque apostó por quedarse en su tierra y ahora su trabajo es reconocido a nivel internacional. "Quieren venir a Europa a enseñar su trabajo y luego volver a su país, pero no tener que estar sufriendo para acabar en el eslabón último de la economía de un país europeo", asegura Casado.

Akiyaya contrapone historias de éxito en África con las duras condiciones de vida que un inmigrante sufre en Europa hasta el extremo de la preocupación que le supone a un hombre el hecho de que una máquina de billetes de autobús se haya tragado 50 céntimos. "No tengo trabajo", se lamenta en el documental. Los problemas, por otra parte, no son solo económicos. "Hay gente que sale de su país bien preparada y llega a una realidad en la que, a lo mejor, tienen que ponerse a recoger fresas en el campo después de haber estudiado durante años", describe la actriz y bloguera senegalesa Bella Agossu, que reside en Barcelona. "Para esta o para cualquier otra persona del planeta es una situación muy frustrante".


Un momento del rodaje del documental. / CAD PRODUCTIONS

La cinta también ofrece una visión antropológica en el fenómeno de la inmigración de sur a norte y trata de responder algunos interrogantes, como la razón por la que un africano no vuelve a casa cuando le van mal las cosas. Suele ocurrir que la familia tiene una visión muy distorsionada de la vida de su pariente en Europa. "Volver sin dinero significa que has fracasado frente a la comunidad. Vuelven al origen, donde sus familiares y amigos tienen problemas que ellos [los retornados] no han ayudado a resolver", explica Lola López,investigadora del Centro de Estudios Africanos e Interculturales (CEA).

El documental fue rodado en 2011 pero su estreno se ha retrasado porque la crisis provocó que el debate sobre África y la inmigración disminuyera, pero este 2014 se ha comenzado a presentar en varios festivales de cine, por los que circulará hasta finales de año. De momento se ha proyectado en la Facultad de Comunicación de La Blanquerna, en Barcelona, y en la III Mostra de Cinema Africà de la misma ciudad. En septiembre, estará en el Festival de Cine Invisible Film Sozialak, en Bilbao. Cuando el circuito finalice, se dará acceso gratuito a la cinta completa a través de Internet.





Información obtenida de AQUÍ

domingo, 16 de marzo de 2014

El hombre que amaba a los perros'









(Notas espontáneas, del tirón y sin repasar. Disculpen los errores y las erratas, pero no quiero que pierdan la frescura con que fueron escritas)






Esta mañana no podía entrar en este mi Blog. Por cuestiones técnicas, llevaba fuera de servicio desde la madrugada.






Me sentía raro, extraño, no pudiendo entrar en él. Como cuando te olvidas las llaves de tu casa y te ves en la puerta, impotente, expulsado de ti mismo.






Es en momentos como ése cuando aprecias la importancia que ha adquirido algo tan poco real, tan virtual, tan etéreo, tan extraño, tan raro, a nada que lo pensemos.






Anoche me acosté temprano así que hoy madrugué. No me extraña, con la que estaba cayendo. Relámpagos, truenos y una manta de agua que se podía cortar con un cuchillo. Subí la persiana, corrí el panel japonés que tengo en mi dormitorio, a modo de cortina, y volví a la cama, a ver llover. A escuchar la tormenta. A leer “El hombre que amaba a los perros”. Volví al lecho para soñar despierto. Para dormir entre planes, deseos, añoranzas, melancolías y todos esos flashes que el cerebro produce cuando estás entre la vigilia y la duermevela.




Quería escribir de todo ello, pero no tenía a acceso a este “Pateando el mundo”. Están el Twitter y el Facebook, claro. Pero no es lo mismo.






Me levanté y, a las 9.25 estaba en la peluquería. Diluviaba. La lluvia como tema de conversación. La lluvia como espectáculo, después, desayunando, todos mirando llover desde las cristaleras, que retumbaban con cada trueno, mientras la luz amagaba con irse tras cada relámpago.






Volví a casa, pero seguía fuera, expulsado de mi propio mundo. Leía la nueva tragedia que ha matado a varios inmigrantes, tragados por las aguas del Mediterráneo. ¿Qué mas decir sobre ese pozo sin fondo al que llamamos “el drama de la inmigración”? ¿Qué más palabras usar? ¿Qué imágenes buscar?






La mañana seguía avanzando. Vimos a los Lakers perder, de nuevo. ¡Vaya racha, entre el Real Madrid y los angelinos! ¿Se puede compatibilizar el drama de la inmigración con ver baloncesto? Leemos a Sami Nair, en El País, siempre esencial. Hablando sobre el tema, precisamente. Y a Emma Bonino y Javier Solana.






Otros amigos blogueros sí tienen las puertas abiertas de sus moradas virtuales. Y nos permiten entrar en ellas, refugiarnos de la tormenta, mientras encontramos las llaves de nuestra casa. Rigoletto, por ejemplo.






Leemos más. Leemos a Vila Matas y a Muñoz Molina. Cada uno de sus artículos es necesario. Imprescindible. No sólo por lo que cuentan, sino por la cantidad de pistas que ponen en nuestro camino, para descubrir nuevos autores, libros, cineastas, artistas, museos, cuadros y exposiciones. De lo nuevo de Herzog (yo de mayor, quiero ser él) a un tal Schwob: “Malas lenguas comentaban que era un hombre muy móvil, pues se le veía por un instante de una forma, peo en seguida pasaba a ser distinto, visible y diferente desde otro ángulo y otro lado, y así iba moviéndose sin parar, hasta que doblaba cualquier esquina”.






Herzog y su némesis/alter ego, Klaus Kinski






Lo anoto. Junto a la reseña de “La vida en espiral”, la nueva novela negra del senegalés Abasse Ndione, cuya anterior “Ramata” tanto nos gustó, aunque al final se le fuera la pinza. Senegal… ¡menos mal que nos queda el Senegal! Antes era una anécdota, ese comentario. Ahora es una afirmación, cargada de sentido, lógica y necesidad. ¡Menos mal!














En cualquier otra ocasión, no habría hablado de nada de esto. Hubiese mandado esos artículos a personas concretas y determinadas, por e-mail, sabiendo que les gustaría y les interesaría. Igual que das los buenos días, de forma genérica, a todo el mundo, pero de forma sentida y especial, de forma privada, a quiénes más te apetece y deseas.






Al volver de la calle, se me ocurrió la idea para uno de esos cuentos recurrentes que tanto nos gustan: las adaptaciones del clásico de Monterroso a nuestra vida cotidiana. Pero no lo podía bloguear. ¡Porque estaba fuera!






El cuento sería algo así como:




“Cuando subió en el ascensor, su olor todavía estaba allí”.






¿De qué sirve, escribir, si nadie te va a leer?






Y me acordé de otro recortico que tenía en el despacho, y que encontré la otra tarde, cuando hacía limpieza de papeles y trataba de poner un poco de orden en el caos que me rodea.






Era de Tolstoi. Y decía: “Escribir no es difícil, lo difícil es no escribir”. ¡Y tanto! Tantas veces cogía el móvil, para escribir, un SMS, un e-mail, cuantas lo soltaba y lo apartaba de mí. Porque lo difícil, efectivamente, es no escribir.






Voy a la nevera. Me gusta el agua fresca. Pero tengo una botella, ya vieja, cuya agua sabe a plástico. ¡Qué asco! No hay nada más repugnante que el agua mala. O sí. Peor es no tener agua que beber, claro. Pero eso, ni se nos plantea. Vacío y tiro la botella. No es problema.






Tengo ganas de escribir. Tengo dos cuentos, en la cabeza. Y aún no he tenido tiempo ni oportunidad de sentarme, con calma, con ganas, a escribirlos.






Pero hay que correr. Y, esta tarde, hay que ir a la Feria del Libro. Que viene nuestro querido Alfonso Mateo Sagasta, a presentar su excepcional“Caminarás con el sol”. ¡Hay que estar con él! Con sumo gusto.










Me llama un amigo por teléfono. Sé que piensa que estoy dolido por un tema. Y hace lo imposible por transmitir confianza, serenidad y buen rollo. Por tender puentes. Él no sabe que no me hace falta, pero se lo agradezco igualmente.






Cuento todo esto porque, por unas horas, no lo podía contar. Si hubiera podido hacerlo, si no hubiera estado fuera, expulsado de mi propia dimensión virtual, ¡todo esto que os habríais ahorrado!






Seguramente sí habría compartido una pregunta. Aunque seguramente no habría sido hoy:




- ¿Dónde estáis, vosotras?






Pero ahora todo está bien. Podemos entrar, nuevo. ¡Estamos dentro!






Y la vida sigue.


Jesús surrealista Lens.


Información obtenida de AQUÍ

miércoles, 5 de marzo de 2014

La supervivencia

Una treintena de vidas se cruzan en 'Entreparadas', un documental sobre discapacidad que recorrerá cineclubes gallegos



Una treintena de vidas se cruzan en 'Entreparadas', un documental sobre  discapacidad que recorrerá cineclubes gallegos

El impulsor del proyecto es el Policía local de Ourense Máximo Cid, desde la Asociación de Prevención de Accidentes de Tráfico (PAT), que ha explicado a Europa Press que "nada" sería posible "sin la complicidad total de los maestros teatrales de Sarabela, del grupo musical Sonoro Maxín, de un empresario de gasolineras que se encargó de traer la comida a las sesiones teatrales y de otro que facilitó espacio para encuentros", entre otros.
El propietario de la estación de servicio Stop, Fernando Gabián, ha relatado cómo los once empleados de la empresa "se peleaban por apuntarse" para llevar el servicio de catering a las 16 personas de Ourense, Guinea y Senegal que durante un año se convirtieron en actores de la mano de Elena Seijo y finalmente en una "gran familia" según la definieron varios de ellos.
"Les parecía una lección de vida y superación lo que veían en aquel espacio teatral donde una persona casi ciega y de Guinea, otra con parálisis cerebral, otra senegalesa y con otras discapacidades, y así hasta 16 personas, trabajaban juntas para representar cuatro obras en los autobuses de la ciudad pero en realidad, transmitían entusiasmo", ha destacado.
El documental 'Entreparadas' tuvo preestreno en el teatro Principal de Ourense, estreno en el evento Cineuropa de Santiago de Compostela y su primer premio en el sexto festival de Discapacidad de Collado-Villalba, en Madrid, pero desde su grabación los protagonistas buscan excusas para reencontrarse y la última fue el 80 cumpleaños de Pepe Pérez Coya, un jubilado de Renfe, que coincidió con el de otra protagonista y con la primera proyección del documental en la red de cineclubes gallegos, en el de O Carballiño.
En la película se van entrecruzando vidas en momentos comunes pero también privados, como los de Felisa, la joven veinteañera de Guinea, casi ciega, que estudia Derecho en el campus de Ourense y tras aceptar participar en el proyecto se estrenó como escaladora en una sesión que recoge el documental, o los de José, campeón paralímpico durante varias ediciones de Boccia, afectado por una parálisis cerebral producida por la falta de oxígeno "durante un parto natural que debió ser cesárea pero se retrasó por la indecisión de un médico", según relata él mismo.
El documental incluye los momentos de estudio por el método Braille y con tecnologías adaptadas de Felisa, algún entrenamiento de José y las nuevas experiencias abordadas por todos los protagonistas durante el rodaje, como la obtención del carné de conducir de José, el aprendizaje de acordeón de Pepe Pérez, y las dificultades de cada uno de los 16 protagonistas para [...]