Senegal: Europa se lleva el pescado
Sobreexplotado, el pescado es cada vez más escaso en el litoral senegalés. Y los pescadores, víctimas de acuerdos comerciales con la Unión Europea, llegan en patera a las costas del viejo continente.
Elhadj Bop y su hijo(Foto: José Lavezzi)
El pescador Elhadj Bop, de Velingara, “nació en la pesca “, como el mismo dice (Foto: José Lavezzi)
”Un acuerdo debe basarse en la transparencia y la participación de los actores locales. Con la Unión Europea, ha faltado claridad en las negociaciones, y también en la utilización del dinero de la compensación financiera”, explica Souleymane Omar Sarr,Djirnda (Photo: José Lavezzi)pescador en el pueblo de Fambine, en Senegal. Ha tenido conocimeinto de los acuerdos entre la UE y Senegal hace solo dos años, gracias a los programas de formación de la ONGAction Aid que ha seguido, junto al resto de su comunidad: unos 300 de ellos pescadores para una población de 600 habitantes.
Por lo tanto, es la sobrepesca. Las primeras víctimas de una sobreexplotación de recursos naturales son los artesanos de la pesca, después el resto de la población local. La escasez de pescado conlleva un aumento de precios. Y esa inflación hace imposible que la población local pueda comprar un alimento rico en proteína. En este país del oeste de África, la pesca es una actividad con una gran importancia económica, social y cultural. Este sector emplea de forma directa a 75.000 pescadores e indirectamente, mantiene a 600.000 personas.
Pescadores de Senegal
Zona de pesca de la UE
El infierno está lleno de buenas intenciones: a comienzos de los años 80, Senegal firmó sus primeros acuerdos de pesca con la Unión Europea. El país necesitaba divisas y Europa buscaba pescado para sus consumidores y zonas de actividad para sus pescadores. Entonces, bastante rápido, el pescado empezó a escasear. Las razones son múltiples: la demanda europea no Desembarco de pescado en Djirnda (Foto: José Lavezzi)para de crecer. Por su lado, Senegal ha firmado acuerdos de pesca con otros países. Y a esto, se le añade el éxodo rural y el aumento del número de pescadores en el litoral africano. El Estado no cuenta con medios suficientes para controlar este sector y la pesca industrial senegalesa depende del capital europeo.
Souleymane intenta hoy organizar una protesta. “Es necesario reservar las especies costeras a los senegaleses, en especial a los artesanos. Pero para que nuestro modo de vida no se ponga en peligro, hace falta escucharnos y comprendernos”, afirma Souleymane. Con los recursos disminuyendo, los barqueros, parados por tiempo indefinido, no dudan en adentrarse en alta mar para pescar en aguas de Guinea Bissau, incluso de Guinea.
Moussa Ndiaye (Foto: José Lavezzi)En estas condiciones de supervivencia cada vez más difíciles, no Soulaymane no se sorprende de que los pescadores senegaleses, y en particular los de Sine-Saloum, sean los primeron en embarcarse en sus pateras hacia Europa. Como nos cuenta Moussa Ndiaye, un pescador de Fambine, seis personas han dejado ya la ciudad en dirección a Europa durante el año 2007.
Ibrahim Sarr (Foto: José Lavezzi)
El periplo de Ibrahim el pescador hacia Europa (Foto: José Lavezzi)
Dejar su pueblo para intentar llegar en patera a Europa es la elección de Ibrahim Sarr. Nacido en 1960 en Ndior, Ibrahim pasó un tiempo en el ejército de 1979 a 1981. Uno de sus padrinos, a bordo de un barco coreano, le ha dado trabajo en su navío durante dos años, en la pesca industrial, al lado de una trentena de asiáticos y una veintena de senegaleses y mauritanos. “El salario era muy alto, sobre todo para la época: ¡200.000 francos CFA (francos de la comunidad financiera de África) al mes!”, recuerda Ibrahim.
Más tarde, cambió de embarcación por una nave española. Una experiencia que no le trae más que buenos recuerdos: “estaban mucho más habituados al aspecto de los africanos que los coreanos. En aquella época, no me cuestionaba las consecuencias de la pesca industrial. Con 500.000 francos CFA al mes, se tienen otras preocupaciones. La mía era guardar para poder ir a Europa. Durante todo ese tiempo, he estado ahorrando”, explica Ibrahim, que pronto comenzará su vida como clandestino.
“Llegué a Las Palmas para vivir algún tiempo en España. Un amigo tenía planes para ir a Alemania, a Munich. Por desgracia, la policía me arrestó en Bonn, y me ha traído de vuelta a Senegal. Ese fue el fin de la aventura. Pero volveré a intentarlo seguramente. Preferiría quedarme e invertir aquí, en Senegal, pero no hay nada que hacer para ganarse la vida”.
(Todas las fotos/ portada/en el texto: José Lavezzi)
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